Los lunares (también conocidos como nevos melanocíticos) son pequeñas formaciones pigmentadas en la piel, resultantes de la acumulación de células llamadas melanocitos. Los melanocitos son las células encargadas de producir la melanina, el pigmento que da color a la piel. Los lunares son comunes y suelen aparecer durante la infancia o adolescencia, aunque pueden desarrollarse en cualquier momento de la vida.

Aunque la mayoría de los lunares son benignos, es fundamental monitorear cualquier cambio en su tamaño, forma o color, ya que algunas alteraciones pueden indicar riesgo de melanoma (un tipo de cáncer de piel). Por ello es importante acudir de manera pronta para una evaluación y un adecuado diagnóstico ya que no solo se trata de eliminar un lunar, sino también saber ante que tipo de lesión estamos, mediante estudios más especializados como siempre hacemos en Clínica Dr. Roberto Orellana, para que de esta forma podamos determinar el mejor abordaje o si hay que derivar a las subespecialidades con las cuales trabajamos de manera multidisciplinaria con otros colegas.

Clasificación de los lunares

Un lunar puede presentarse de diferentes formas, tamaños, colores y texturas. Los lunares benignos suelen ser simétricos, bien definidos, de color marrón o negro, y tienen un contorno claro. Sin embargo, los cambios en las características de un lunar pueden ser señales de alarma y deben ser evaluados por un dermatólogo.

Características a observar en un lunar:

1. Simetría: Un lunar benigno tiene una forma simétrica. Los melanomas suelen ser asimétricos.
2. Bordes: Los bordes de un lunar benigno son suaves y regulares, mientras que los bordes irregulares pueden ser una señal de alerta.
3. Color: Los lunares benignos tienen un color uniforme. Los melanomas pueden presentar colores variados (negro, marrón, rojo, blanco).
4. Diámetro: Los lunares pequeños (menores de 6 mm) suelen ser normales, pero los lunares que aumentan de tamaño rápidamente deben ser revisados.
5. Evolución: Los lunares benignos suelen permanecer estables, mientras que cualquier cambio en su tamaño, forma, color o textura debe ser evaluado.

Tipos de lunares

Existen diferentes tipos de lunares, clasificados según su apariencia, su origen y sus características:

1. Lunares Congénitos:

• Definición: Son lunares presentes desde el nacimiento o que aparecen en los primeros meses de vida.
• Características: Suelen ser de mayor tamaño que los lunares adquiridos y tienen una mayor probabilidad de desarrollarse en melanoma si son muy grandes.

2. Lunares Adquiridos:

• Definición: Se desarrollan a lo largo de la vida, generalmente debido a la exposición solar.
• Características: Suelen ser de menor tamaño y con bordes regulares.

3. Lunares Atípicos (o nevos displásicos):

• Definición: Son lunares que tienen una apariencia irregular, con bordes poco definidos y colores no uniformes.
• Características: Aunque no siempre son cancerosos, los lunares atípicos tienen un mayor riesgo de convertirse en melanoma. Las personas con varios lunares atípicos deben someterse a controles regulares.

4. Lunares Melanocíticos:

• Definición: Son los lunares más comunes y están formados por melanocitos (células pigmentadas).
• Características: Generalmente son redondeados, de color marrón o negro, y son benignos.

5. Lunares de Spitz:

• Definición: Son lunares benignos que pueden parecerse a melanomas debido a su forma y color.
• Características: Son comunes en niños y jóvenes, tienen un color rojizo y son generalmente elevados.

6. Lunares Seborreicos (o queratosis seborreica):

   • Definición: Son lesiones cutáneas no cancerosas que suelen aparecer con la edad.
   • Características: Son de color marrón, negro o amarillo, con una textura rugosa, y se pueden sentir elevados sobre la piel.

Tratamiento o Abordaje de los Lunares

El tratamiento o abordaje de los lunares depende de su naturaleza y el riesgo asociado con ellos. A continuación, se presentan las opciones más comunes:

1. Observación:

• Lunares benignos: Si un lunar no presenta características sospechosas (como cambios en tamaño, forma o color), el dermatólogo puede recomendar solo su monitoreo periódico.
• Exámenes regulares: Es importante realizar autoexámenes de la piel y acudir a consultas dermatológicas periódicas, especialmente si se tiene una predisposición genética o antecedentes familiares de melanoma.

2. Extirpación quirúrgica:

• Si un lunar presenta características sospechosas o si hay un diagnóstico de melanoma o nevo displásico, el tratamiento principal es la extirpación quirúrgica.
• Durante este procedimiento, el dermatólogo elimina el lunar junto con un margen de piel sana para asegurarse de que no queden células cancerosas. La cirugía se realiza bajo anestesia local.

3. Eliminación con láser:

• En algunos casos, se puede optar por la eliminación con láser para lunares superficiales o pequeños. Este procedimiento es menos invasivo, pero no se recomienda para lunares que podrían tener un riesgo de malignidad.

4. Crioterapia:

• En ciertos casos de lunares pequeños o lesiones benignas, el uso de crioterapia (congelar la lesión con nitrógeno líquido) puede ser una opción. Sin embargo, no es el tratamiento preferido para lunares profundos.

5. Biopsia:

• Si un lunar presenta características inusuales, se puede realizar una biopsia (remoción parcial) para analizar el tejido en el laboratorio. Esto ayuda a determinar si el lunar es benigno o canceroso.

Conclusión

La mayoría de los lunares son completamente benignos, pero siempre es importante estar atento a cualquier cambio en su aspecto. Las personas con muchos lunares o con antecedentes familiares de melanoma deben tener una vigilancia dermatológica regular. Cualquier lunar que cambie de forma, tamaño o color debe ser evaluado por un dermatólogo, quien determinará el tratamiento adecuado, que puede incluir observación, extirpación quirúrgica o eliminación con láser, dependiendo de la situación.